jueves, 13 de agosto de 2009

8 - Los tres meses en los que Don Damián fue inmortal y las increíbles aventuras que vivió en aquellos días – Capítulo II



> Leer capítulo 1


El valor de un hombre se muestra en su capacidad de vencer las adversidades y enfrentar los problemas con buen ánimo y disposición. Es por ello que puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que no he conocido ni conoceré en mi vida a hombre de más valía que mi patrón. Si bien no llegó a alcanzar todas las metas que se propuso en vida, indudablemente se enfrentó a los mayores peligros que se pudieran imaginar, y lo hizo con arrojo y osadía. Es por eso que no hay que tenerle en cuenta los breves periodos de decaimiento de espíritu que experimentó en ocasiones, ya que es una ardua tarea imponer la voluntad de un hombre inteligente y valeroso ante la ignorancia reinante de este mundo. Con todo esto quiero manifestar, para que no quede duda alguna, que la repentina depresión que se cernió sobre mi patrón después del accidentado episodio del lupanar fue algo normal dada la carga que llevaba a sus espaldas, y que ni los continuos lloriqueos, ni las horas que pasó en posición fetal llamando a su madre a gritos, ni los tres intentos de suicidio con sobredosis de ginseng y rosa mosqueta llegaron a quebrar mi confianza y admiración por Don Damián.
Tres días después del infausto incidente con aquellas desgraciadas, mi patrón volvió a la normalidad. Para celebrarlo fuimos a desayunar a una bonita cafetería del barrio, donde, según decía Don Damián, tenían los cubiertos más asépticos de la ciudad. Tuvimos que esperar unos minutos, hasta que un grupo de monjas acabaron sus cafés y se marcharon. Una vez el local quedó despejado, pudimos sentarnos sin temor a que Don Damián sufriera uno de sus ataques de pánico religioso. Este profundo temor arraigado en su mente hacía que temblara nada más ver a un cura o una monja, sobre todo si sentía que había pecado últimamente y no se había confesado como era de rigor. Tenía la certeza de que cualquier miembro de la iglesia católica poseía el poder de adentrarse en su alma y descubrir sus pecados con solo mirarle a los ojos, y después de su estancia en el puticlub, la vergüenza y el miedo a exponer su suciedad ante esa santa presencia fueron más fuertes que él.
Mi patrón estaba decaído, su frustrado intento de mantener relaciones sexuales por primera vez le había generado dudas sobre el éxito de su plan vital. Yo, como es fácil de entender, no podía permitir que Don Damián desistiera tan fácilmente, es bien sabido que todo gran hombre, para lograr el éxito en sus proyectos, necesita el apoyo de otras personas que, aunque menos notables, sean fieles aliados y apoyo en sus horas bajas. Por todo lo anterior, dediqué la mañana a animarle y sonsacarle de paso más información acerca de su empresa. Después de no pocos esfuerzos, logré que mi patrón esbozara una sonrisa y, acto seguido, me expusiera sus propósitos.
El plan de mi Don Damián era simple, aunque genial en su simpleza, producto, sin duda, de una mente clarividente y perspicaz. Según mi patrón, todo hombre tenía que realizar en su vida seis tareas para sentirse realizado. Las tres sabidas por todo el mundo, escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo, y tres más que yo desconocía, cazar un león, subir en globo y dar por culo a alguien.
Ante mi asombro por las tres últimas tareas, Don Damián tuvo la deferencia de explicarme cada punto de la manera más llana posible. Esa explicación fue probablemente la exposición más inteligente y hermosa que escuchado de labios algunos. Para que no se perdiera su belleza por una torpe interpretación del narrador, le rogué que lo repitiera para transcribirlo de manera exacta. Estas que vienen a continuación fueron sus palabras tal cual me las dijo en aquella cafetería:

“La explicación de mi plan es muy sencilla. Debo hacer en los tres meses que dure mi inmortalidad lo que una persona normal tardaría toda una vida en realizar, las seis tareas imprescindibles para que uno se sienta realizado, a saber: Escribir un libro, este trabajo es imprescindible para dejar memoria de mis actos para la posteridad, y ante la falta de tiempo para realizarlo, decidí llamarte a ti, amigo mío, para que detallaras de manera fiel mis aventuras de estos tres meses, plantar un árbol será un regalo mío para las generaciones venideras y hará posible un lugar donde puedan recordarme, tener un hijo hará que mis genes se transmitan y así cumpliré con la obligación de perpetuar la especie, tristemente no podré ver en resultado de mi engendramiento, pero cuento contigo para que hables de mí a ese futuro ser, cazar un león será un acto de valentía increíble, cosa imprescindible para todo gran hombre, además será una muestra de la superioridad de nuestra especie ante el más terrible depredador de tierra firme, subir en globo me dará una nueva perspectiva sobre la vida, elevarse despacito cientos de metros y ver como las casas y las gentes se van reduciendo poco a poco, me harán comprender mi verdadera transcendencia, por último está la que quizá es la más chocante de las tres, dar por culo a alguien, de esta no tengo una explicación clara a su por qué, pero siempre he tenido esa ilusión y no quiero irme de este planeta sin probarlo.”

Cada vez que vuelvo a leer sus palabras, noto en mi pecho una punzada de dolor. Recordar aquel feliz día, en el que Don Damián me expuso sus planes, me emociona grandemente, y a la vez me sume en una inmensa pena. Pensar que los tiempos de aventuras se terminaron junto con mi patrón es muy duro. Fue una época difícil, con innumerables fatigas y problemas, pero el mero hecho de estar a su lado y ver como se enfrentaba a las dificultades con la mirada serena y el temple de acero, me infundía un valor desconocido, logrando sacar de mi pobre persona un ser esforzado y bravo como nunca después se ha visto. En fin, debo recobrar mi ánimo, seguro que deseará conocer como continúa la historia y no debo interrumpirla con mis tontas cavilaciones. Ruego me disculpe, querido lector, solo tendrá que esperar lo que dura un suspiro, lo que tarde en prepararme una tila y recomponer mi espíritu, y podrá maravillarse con lo aconteció en la primera tarea de Don Damián.


>Leer capítulo 3


Héctor Gomis
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1 comentario:

  1. Hola de nuevo

    me acabo de leer esta 2da. parte, y wooow solo me he quedado sin palabras, me parece que percibo que los dos personajes de tu historia tienen tintes quijotescos y eso la hace muy amena.

    Saludos

    Irma

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